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La música andalusí: Tarabe Al-Ala

La música andalusí es fruto del mestizaje entre la música árabe de oriente, la afro-bereber del Maghreb y la propia de la Península Ibérica anterior y posterior al año 711, que desarrolló su particular estilo en Al-Ándalus. Esta música es uno de los vestigios más atrayentes y menos conocidos en Occidente de una cultura sumamente refinada, la civilización hispano-magrebí, nacida de la fusión de las culturas andaluza y marroquí. Los refugiados de Al-Ándalus se instalaron en diversas ciudades del país, aportando sus conocimientos y tradiciones culturales.

Esta exquisita armonía fue conocida en otros tiempos como Moussiqua al-âla (música instrumental), para diferenciarla de la música vocal, de carácter religioso, donde el empleo de instrumentos es escaso, con excepción de los que sirven para llevar el ritmo. Hoy en día se la conoce comúnmente con el nombre de al-Tarab al-Andalousi, que literalmente quiere decir encantamiento provocado por la música andalusí, o simplemente al Moussiqua al-Andalousia, la música andalusí.

No podemos determinar con precisión la fecha en la que la música andalusí hace su aparición en Marruecos, pero probablemente las ciudades del norte del país conocían este arte desde principios del siglo X. Todos los cronistas árabes están de acuerdo en afirmar que la llegada a Córdoba en el año 822 de Ziriab tuvo una influencia decisiva en el futuro de la música andalusí. Los primeros andaluces cantaban al estilo de los cristianos o de los Houdats (camelleros cuyas melopeyas tenían el ritmo del caminar de sus animales).

Bajo la dinastía Almorávide (siglos XI y XII), la música andalusí se pone de moda en Marruecos. La historia conserva los nombres de cierto número de compositores de Al-Andalus que se establecieron en Marruecos en esa época, como Ibn Baja, Visir de Yahya o Ibn Youssef, quienes gozaron de muy buena reputación en Al-Ándalus, según nos cuenta el historiador marroquí Ali Ibn Saïd.

Con la llegada de los almohades (siglos XII y XIII) se prohíbe la música, a causa del carácter puritano de su doctrina. El fundador de la Dinastía, Ibn Turmart, incitó a sus seguidores a destruir los instrumentos musicales y el califa Yakoub al-Mansour ordenó detener y encarcelar a los artistas, quienes se vieron obligados a disfrazarse y dispersarse por todo el reino. Queda en el recuerdo el mercado de los Kaïna (mercado de los esclavos cantantes).

Estas medidas obligaron a la música andalusí a camuflarse tras los Madih, cánticos compuestos con tonos andalusíes, cuya inspiración viene también de la música andalusí.

En tiempo de los Merinides una gran parte del repertorio andalusí parece haberse perdido, a excepción de la escuela de Sevilla. No obstante, tras la caída de Granada en 1492, esta música conoce un nuevo esplendor, enriqueciéndose con las aportaciones de los refugiados, de los cuales la mayoría se estableció en Marruecos.

Desde la caída de Granada hasta mediados del siglo XVII el canto religioso prevaleció sobre el profano, como consecuencia de la exaltación de los sentimientos religiosos que el nacionalismo incitó para hacer frente común a las intervenciones militares de los cristianos en el norte de África.

Bajo la dinastía aluita, desde 1660, la música andalusí goza de un resurgir. Se crearon en Fez y en Marrakech escuelas para la enseñanza de esta música, se organizan coloquios para estudiar y salvaguardar el patrimonio musical andalusí, y los grandes maestros gozan de la protección de los soberanos y son cubiertos de honores y privilegios.

Desde la independencia del país en 1956 se han realizado grandes esfuerzos para salvaguardarla y difundirla: la radiodifusión marroquí le dedica una de sus horas de emisión todos los días, su enseñanza se imparte gratuitamente en todos los conservatorios del país y se organizan numerosos festivales tanto en Marruecos, como en el extranjero. Ocho de las once Nawbas (o nuba, un compendio de canciones y pasajes instrumentales) conservadas están registradas en los archivos sonoros del Ministerio de Cultura de Marruecos.

La música andalusí marroquí es completamente diferente de la música oriental. A falta de documentos escritos, no es fácil saber hasta qué punto la música andalusí es fiel a la que se escuchaba en el antiguo Al-Ándalus. Sin embargo, se suele afirmar que conserva su carácter original, ya que Marruecos ha preservado su patrimonio musical de la poderosa influencia de la música turca y de los principales centros artísticos de oriente. No obstante, debido a su transmisión oral, ha debido sufrir alteraciones inevitables a lo largo del tiempo. Por ejemplo, ha disminuido el número de Nawbas de 24 a 11, y algunas han perdido una de su cinco partes, o Mawaizin. Se han formado, como consecuencia, unos cánticos compuestos que se denominan Yata-im, que significa huérfano, prueba de la desaparición de las series enteras.

Cada maestro tiene un estilo reconocido por los iniciados. Aunque se pueden distinguir diferentes escuelas (siendo la de Fez la más destacada) todo el territorio marroquí ha experimentado una cierta uniformidad en la música. Aún así, las regiones y las ciudades todavía reivindican su propio repertorio y estilo, como es el caso de Chauen. Entre los chauenís es considerado un arte sabio y refinado del cual están muy orgullosos, y por el que sienten una gran pasión.

La estructura musical

El grupo de canciones que forma una pieza completa de música andalusí, la Nawba, tiene una compleja estructura. Como se ha dicho, se compone de cinco partes (Mawaizine), cada una de las cuales tiene su propio ritmo y está compuesta, a su vez, por un número determinado de canciones (mizane). Los Mawaizine se suceden según el siguiente orden: al-Bassit, al-Quaim wa-nisf, al-Btaîhi, ad-Darj y al-Quoddam.
Cada Mizane o canción básica comienza por un movimiento lento llamado Mouwassaa (que significa largo); este movimiento se acelera progresivamente, y cuando se vuelve rápido se le llama Mahzouz, y cuando se vuelve vivo, toma el nombre de Insiraf. Pero cada Mizane está también subdividido en otras canciones menores o Samaa, que son independientes las unas de otras, aunque se encadenan entre sí en el transcurso de un concierto, sin que haya interrupción del ritmo.

Todas las nawbas comienzan con un preludio arrítmico, ejecutado por todos los miembros de la orquesta, y que se denomina Boughia o Mchalia. Su objetivo es el de meter al público en la atmósfera afectiva del tono principal de la nawba. Luego, se suele ejecutar una pieza instrumental con ritmo, que se llama touchiyas y se empieza la canción. Generalmente los miembros de una orquesta andalusí son a la vez músicos y vocalistas. Un concierto completo puede durar varias horas.

Los cánticos andalusíes tratan de temas muy variados: himnos a la gloria de Dios y del Profeta, la naturaleza, el amor, las bebidas, etc. Los poemas cantados se componen por grupos de dos a siete versos. La mayoría de ellos pertenecen a dos géneros literarios creados y puestos de moda en Al-Andalus, y que se prestan muy bien al cante: los Mouwachah, compuestos en árabe clásico, y el Zajal, en árabe dialectal. Se trata de poesías que alternan métrica y ritmos diversos, y que se cantan en forma de cuplés o cantinelas. A veces, algunos fragmentos musicales, más o menos largos llamados tawachi se intercalan entre los cantes, sobre todo en la última parte de la Nawba, o Quoddam. Una improvisación vocal, Mawal, o instrumental, Taqsim, sirve a veces para unir dos movimientos de Mizane para abreviar la ejecución.

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