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chauen

La colonización española

Las puertas de las murallas de la ciudad estuvieron cerradas a los no musulmanes hasta 1920, año en el que los españoles tomaron la ciudad, en cumplimiento del tratado de Algeciras de 1906, que daba pié a la institución del Protectorado Español en el norte de Marruecos. Francia y España se repartieron entonces la gestión colonial del país.

Esta prohibición relativa de acceso a la ciudad, pues en ella también vivían un buen número de judíos sefardíes, ha dado lugar a relatos de cuya veracidad no tenemos pruebas, pero que se repiten habitualmente casi en tono legendario. Así, se cuenta que algunos aventureros intentaron y lograron entrar en la ciudad durante el siglo XIX, teniendo una suerte final desigual. Mientras que el francés Charles de Foucauld, que entró vestido de rabino, y el inglés Walter Harris, disfrazado de rifeño, lograron entrar y salir con vida, el misionero estadounidense William Summers murió envenenado antes de poder dejar la ciudad. No obstante, los textos españoles de la época afirman que estos personajes nunca llegaron a traspasar las murallas de la ciudad, y por eso la dibujaron desde fuera, como el francés Foucauld.

Chauen según Foucauld, año 1883

Desde la entrada del General Berenguer en octubre de 1920, los españoles permanecieron en Chauen hasta la independencia del país en 1956, con un único intervalo: de septiembre de 1924 a septiembre de 1926. Estos dos años de ausencia estuvieron provocados por el levantamiento de varias cabilas bajo el mando de Ahmed Heriro, quien se uniría al célebre Abd-el Krim para combatir a los colonos. Las fuentes de la época relatan los continuos ataques que sufrieron las tropas españolas por parte de los rifeños en su marcha hasta Tetuán.

Tras dos años de enfrentamientos, el comandante Capaz, volvió a ocupar Chauen sin necesidad de entablar batalla. Durante los 44 años de Protectorado, los españoles impusieron un régimen militar y administrativo más suave que el de sus correligionarios franceses. Se acometieron diversas obras como la ampliación de la ciudad con el ensanche hacia el oeste, construyendo entre otras edificaciones, un cuartel, una iglesia, un Centro de Tapices, diversas viviendas, y la famosa plaza de España, al modo de las ciudades jardín. Se mejoraron las comunicaciones por carretera con Tetuán y Alhucemas, se ampliaron los servicios sanitarios y se llevó el agua a las casas de la Medina. No obstante, la ocupación española no tuvo la misma entidad que en Tetuán o Larache, siendo más reducido su destacamento, con funciones básicamente administrativas y de control militar.

En cambio, la visión de algunos investigadores del proceso colonial español no es muy favorable, ya que se acusa al gobierno del Protectorado, por ejemplo, de no haber fomentado el desarrollo económico de la zona, de no haber contribuido a la creación de empleo, de haber expoliado sus recursos y de haber provocado la disminución de la población en esos años.

Si parece ser unánime la afirmación de que los colonos españoles respetaron y cuidaron la Medina, sin duda admirados por su atmósfera y su belleza, como relatan las imágenes captadas por el último fotógrafo oficial del protectorado, Francisco García Cortés. Esto ha permitido que la Medina haya pervivido hasta nuestros días como un conjunto único y bien conservado, que es preciso proteger, preservar y da a conocer.

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